Seguir a Dios no es garantía de felicidad en este mundo. Porque seguir a Dios cuesta muchas renuncias a deseos de la carne. Seguir a Dios y sus mandamientos como Él quiere, implica ser obediente y eso cuesta trabajo. Pero hay una felicidad en seguir a Dios y no es la felicidad
de este mundo. Es la felicidad de la vida eterna, es la felicidad de sentirte hijo amado del Padre y saber que no estás solo en este mundo. Es la felicidad de saber que incluso en los momentos más difíciles de tu vida, todo tiene un propósito en el plan de salvación de Dios.
Amigos seguir a Dios con sus mandamientos y cumpliendo los sacramentos, no es una tarea fácil, es una tarea para personas aventureras, para personas que trascienden y van más allá de que lo sus ojos puedan ver. Es penetrar en el misterio de lo inexplicable, lo que no se ve pero se sabe que ES.
Porque te digo algo ¿qué es la vida comparado con la eternidad? Es nada,
es una estrella fugaz. Anhela lo eterno,
lo que cuesta lágrimas. Te aseguro que cuando llegues al cielo dirás gracias Padre porque mi sacrificio y sufrimiento valió para ganarme la vida ETERNA.
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