Josué 24:29-33
“Después de estas cosas murió Josué hijo de Nun, siervo de Jehová, siendo de ciento diez años. Y le sepultaron en su heredad en Timnat-sera, que está en el monte de Efraín, al norte del monte de Gaas. Y sirvió Israel a Jehová todo el tiempo de Josué, y todo el tiempo de los ancianos que sobrevivieron a Josué y que sabían todas las obras que Jehová había hecho por Israel. Y enterraron en Siquem los huesos de José, que los hijos de Israel habían traído de Egipto, en la parte del campo que Jacob compró de los hijos de Hamor padre de Siquem, por cien piezas de dinero; y fue posesión de los hijos de José. También murió Eleazar hijo de Aarón, y lo enterraron en el collado de Finees su hijo, que le fue dado en el monte de Efraín.”
Existen personas que han influenciado positiva o negativamente a otros en gran manera. Políticos, sociólogos, libertadores, héroes, deportistas, pensadores y otros; personas que han influenciado la manera de vivir de una sociedad o generación.
Muchos de esos cambios generados por su influencia han permanecido por mucho tiempo, mientras que otros han sido cortos o pasajero. Por ejemplo, un político o héroe en la época de la colonia cambió el rumbo de un territorio para convertirlo en nación independiente, mientras que los zapatos que usa cierto deportista son usados por aquellos que los siguen hasta que salga un nuevo modelo. Por todo lado se observa la influencia.
Actualmente se escucha mucho de aquellos a quienes se les llama «influencers», personas que están marcando un estilo de vida en aquellos que los siguen por las redes sociales.
Josué fue uno de aquellos personajes. Su vida fue marcada por la obediencia a Dios, y ese estilo de vida marcó el comportamiento de la generación que entró en la tierra prometida: “Y sirvió Israel a Jehová todo el tiempo de Josué” (v. 31).
Desde el inicio Josué mostró un carácter piadoso. Aprendiendo de Moisés, él supo lo que era servir a Dios, e hizo de esto un estilo de vida que no solo le ayudó a él y a su liderazgo, sino que fue un referente para la generación de su época.
Pero Eleazar, descendiente de Aarón, también tuvo gran influencia en esta generación. Al morir su padre, Eleazar estuvo a cargo del sacerdocio de los levitas y sirvió como consejero de Josué (Nm. 27:15-23). Es evidente que la vida espiritual de toda esa generación estuvo bajo la influencia de hombres que agradaron y sirvieron a Dios.
Nosotros también podemos generar una influencia positiva en nuestra sociedad. El Señor nos ha llamado a ser sal y luz del mundo (Mt. 5:13-16), eso quiere decir que nuestra vida debe favorecer al cambio positivo y piadoso del comportamiento de nuestra generación y las que vienen. En un mundo en la que su moral va rápidamente en declive, nosotros debemos, más que antes, ser entes activos en la preservación y transformación de los nuestros y de los que vienen.
Con la ayuda de Dios, y tal como lo han hecho todos aquellos que han servido al Señor, debemos comprometernos primero a vivir esa vida de obediencia para después enseñarla. Si nosotros no sabemos lo que ello significa, menos vamos a poder enseñar lo que es.
Tomemos la iniciativa, sirvamos al Señor de corazón, y modelemos una vida santa y fructífera para que otros puedan seguir lo mismo.
«Todo cristiano debe considerar la consagración a Dios, entre otras cosas, como instrumento de influencia positiva a un mundo perdido y sin Dios» –Ministerio UMCD–
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